El asunto del tenista Novak Djokovic por su accidentada entrada en Australia entiendo que se circunscribe a si las normas deben o no deben cumplirse, o si deben observarse solo por algunos, con un trato desigual que siempre perjudica a los más desfavorecidos. Imaginemos que en el tradicional torneo de Wimbledon no dejan jugar a un tenista porque este se niega a participar con su indumentaria íntegra de color blanco, como es preceptivo por la organización. Nadie cuestionaría que se atenta contra su libertad, ni mucho menos contra sus creencias o incluso contra su país o su etnia. Simplemente, entenderíamos que no se le deja participar porque no cumple con la normativa establecida.
Añadámosle ahora que hay una pandemia mundial, que ha costado vidas y que ha puesto en serio riesgo a muchos sanitarios y a otros profesionales que prestan sus servicios, esenciales, de cara al público. Sumémosle que existe un peligro real de salud pública, para lo cual la comunidad científica, por amplia mayoría, acuerda que es necesario, preventivo y más seguro que se vacune el mayor porcentaje de población posible. Y entendamos que un país, en este caso Australia, exige que se acredite el cumplimiento de unos requisitos sanitarios para entrar en su territorio, ya sea para buscar un trabajo común, ya sea porque eres una estrella mundial del deporte. Si tú decides no cumplir las reglas, debes atenerte a las consecuencias. Y ello con independencia de si las reglas son adecuadas o no, o son excesivas o prudentes.
Todos hemos tenido discusiones con familiares o amigos negacionistas, contrarios a la aplicación de la vacuna. Cada uno tiene sus argumentos, e incluso aportan opiniones de expertos que las respaldan, para defender una u otra postura. No debe ser ese ahora el debate, sino el respeto a las normas impuestas, además de la responsabilidad frente a la comunidad.
Si un país soberano impone unas medidas para acceder a su territorio y tú no las cumples, de manera consciente y con premeditación, debes saber que te arriesgas a que no te dejen entrar, sin más; y no hacer de ello una reivindicación dramática y tremendista, ni plantearla como un reto o un desafío, hasta provocar casi un absurdo conflicto diplomático entre países. Al igual que no puedes jugar vestido de colores llamativos en Wimbledon, tampoco puedes hacerlo si no estás vacunado en el Open de Australia. Simplemente, cumple las reglas establecidas y, si quieres cambiarlas, utiliza los cauces adecuados, no las amenazas, los chantajes emocionales o patrios, sobre todo si eres un referente para muchos jóvenes deportistas en todo el mundo.
Artículo escrito por Miguel Juane para el diario La Voz de Galicia. Fuente: https://www.lavozdegalicia.es/noticia/opinion/2022/01/11/responsabilidad-respeto/0003_202201G11P13994.htm